jueves, 17 de junio de 2010

Más que cayos y manglares (visita #1 P.N. Los Haitises)(...parte I)

Salí por primera vez con destino al Parque Nacional Los Haitises, junto al espeleólogo Domingo Abréu, y los compañeros Mayre y Jacobo. Objetivo como grupo: conocer algunos puntos donde, desde la nueva carretera, se pudiera accesar al área protegida con fines turísticos (el acceso al parque con este fin sólo se hace actualmente por vía marítima) y conocer algunas de las zonas que forman parte del área protegida y la periferia del parque. Objetivo individual: saber qué era en verdad este parque nacional, que sólo conocía por fotos que me decían que era pura belleza de cayos y manglares, y confirmar si finalmente me arriesgaría a tomar alguna zona del parque como emplazamiento de mi tesis de grado.


La nueva carretera Santo Domingo-Samaná nos dio la bienvenida a la travesía. Confieso haber estado un poco nerviosa, sobre todo porque Domingo declaró que "sólo si nos rendía el tiempo podríamos ver algún cayo o maglar del parque" a lo cual constantemente me preguntaba: "... y es que acaso hay otra cosa que ver?", además de que estaba negada a pasarme el día marcando puntos a lo largo de una vía de tránsito.


Domingo nos iba narrando sobre los puntos interesantes que teníamos cerca pero que no conoceríamos ese día mientras burlábamos de lo clasista que nos resultaba la señal de la copa  de martini como símbolo de prohibición de las bebidas alcohólicas en la vía. Recuerdo muy bien que mencionó a Gonzalo, comunidad que aún no había sido fichada con el revuelo nacional de la cementera, tema que no existía en la boca pública.  Empezamos las curvas mas fuertes de la carretera, mientras observábamos los cortes de los mogotes que dinamitaron para pasar la vía. Tomamos medidas GPS en algunos puntos, aquellos que nos permitían pensar  en albergar paradas y parqueos sin riesgos de accidente de tránsito (créanme! dada las curvas de este tramo de la carretera el ejercicio estuvo muy lejos de ser sencillo). Pasamos el último peaje e inmediatamente nos internamos en la poesía lineal infinita de los arrozales del Yuna con un giro a la derecha que nos llevaría a la comunidad de Guaraguao. Observamos una afloramiento de agua que provenía de alguna cueva, donde la comunidad acostumbra a bañarse.


Saliendo de Guaraguao bordeamos la formación de mogotes. Este borde se siente muy fuerte (a la derecha mogotes de gran altura, a la izquierda una planicie llena de arroz) hasta que terminamos en la Comunidad Cristal, donde estaría el punto cúspide del viaje: Laguna Cristal, acumulación de agua de un azul impresionante rodeada de unas cuantas casitas que forman la comunidad. Tomamos un trillo mogote adentro, que recorrimos por un rato, encontrándonos con un campesino que bajaba con su caballo (no es un secreto que hacia dentro, al área protegida se le ha degradado mucho el suelo por parte del trabajo indiscrimiando e ilegal) llegamos a la Cueva del Muñeco de Oro y descendimos prestando atención a la flora del área hasta que estuvimos de nuevo en Laguna Cristal.


Conseguimos que un bote de un local nos recogiera en 1 hora, para salir por un rato desde la laguna hasta el río Barracote. Ni el yolero ni nosotros teníamos ya tiempo de llegar a los cayos y manglares del parque. Lo que no sabía yo era que con lo que quedaba de recorrido se me olvidarían que aún habia cayos y manglares esperando mi visita.


...continuará...

1 comentario:

Héctor Emilio (Motika) dijo...

Gracias por compartir la experiencia.